El medicamento más recomendado a nivel mundial para la prevención del
VIH es la Truvada. No obstante, tras el anuncio prometedor de un nuevo método
llamado cabotegravir, que demostró ser más efectivo e incluso superior a este
fármaco, las alternativas parecen abrirse camino. Y resulta oportuno para
quienes no pueden o no quieren tomar una pastilla a diario. Sobre todo en las
poblaciones en riesgo cuyas economías no les permiten acceder a este tipo de
tratamientos.
Se trata de un inyectable de acción prolongada de prevención contra el
VIH. El antirretoviral protege al paciente por dos meses y reemplaza el
comprimido diario de Truvada por este tiempo, según los resultados del estudio
HPTN 083, que comparó ambos medicamentos.
“Que resultara igual en cuanto a eficacia fue un gran paso, pero el
análisis de mayo de este año nos dio una noticia mejor porque nos dijo que era
superior a Truvada. Tenemos demostrado científicamente que cabotegravir
inyectable es superior en personas de riesgo”, explica, el Dr Juan Carlos
Hijonosa, investigador principal del estudio en la Asociación Civil Selva
Amazónica (ACSA) en Iquitos.
Protege como una vacuna
El objetivo de un medicamento de prevención es la protección, lo mismo
que se busca con una vacuna. La diferencia está en su mecanismo de acción. En
el caso del cabotegravir o de la Truvada, lo que se hace es evitar la
replicación del virus del VIH. Previamente, el paciente debe ser administrado
con el fármaco, ya sea por inyectable o por comprimido. Luego, si el compuesto
—que ya está en la sangre y en niveles adecuados— entrara en contacto con el
agente infeccioso, empezará a actuar hasta eliminarlo.
Por el contrario, en una vacuna, lo que ingresa al cuerpo son
partículas del virus o bien parte de su material genético que permiten al
sistema inmunitario identificar al enemigo y prepararlo ante su posible
llegada. Cuando esto sucede, quien actúa es el organismo, que ya se encuentra
entrenado y listo para batallar.
Otra de las diferencias, resalta Hinojosa, es que una vacuna podría
necesitar solo de una o dos dosis para prevenir el VIH, pero eso todavía no se
ha logrado.
“Vamos a seguir investigando, ¿por qué no usar tal vez cabotegravir
cada tres meses o cambiar su fórmula para que quizás la dosis sea una vez al
año o un tiempo más prolongado? Esto nos sirve de base para seguir avanzando y
generar más ideas”, resalta el investigador.
Inclusivo
En el experimento participaron 4.750 voluntarios no portadores de VIH
de siete países (Perú, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Sudáfrica, Tailandia,
Vietnam). Se comprendió además a poblaciones en riesgo: hombres cisgénero y mujeres
transgénero. El Dr Javier Valencia, investigador principal del estudio en la
Institución Asociación Civil Impacta Salud y Educación, señala lo importante de
este factor para una análisis como este.
“Recordemos que son poblaciones poco representadas en los estudios
sobre VIH. Por ejemplo, las mujeres transgénero, en nuestro país son bastante afectadas
por este virus. Una de cada tres tiene VIH. Este tipo de inclusión es
importante para poder extrapolar resultados representativos”; asegura.
Otro dato importante es que el 50 % de la población de los voluntarios
de EE. UU. se autoidentificó como afroamericana, población que también ha sido
excluida en otras investigaciones, advierte Hinojosa.
“Este estudio va a permitir aplicar los resultados no solo para un tipo
de población, sino para las que se consideran las más afectadas, incluso en
Perú” concluye el médico.
FUENTE: LaRepublica.Pe
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