El virus de Marburgo, un viejo enemigo,
ha vuelto a causar preocupación, ya que Ghana confirmó el domingo su primer
brote de la enfermedad. Las dos personas contagiadas fallecieron, mientras que
otras 98 han sido puestas en cuarentena como casos sospechosos de contacto.
La Organización Mundial de la Salud
(OMS), por su parte, resaltó la rápida respuesta del país africano porque esta
infección “puede salirse de control rápidamente”.
Según la OMS, se trata de una afección
grave y, a menudo, mortal. Su tasa media de letalidad oscila en torno al 50%.
Es decir, fallece un infectado de cada dos.
¿Dónde
apareció el virus de Marburgo?
Este virus fue bautizado por la ciudad
alemana donde se detectó por primera vez, Marburgo, en 1967, en un laboratorio
cuyo personal estuvo en contacto con monos contagiados, importados de Uganda.
En el mismo año se detectaron otros dos
focos en laboratorios de Fráncfort, Alemania, y en Belgrado (Yugoslavia, hoy
Serbia). Siete personas murieron por la enfermedad.
Desde entonces, se ha reportado en
varios países de África, como Angola, la República Democrática del Congo,
Kenia, Sudáfrica y Uganda.
El año pasado, Guinea confirmó un solo
caso en septiembre de 2021, pero el brote se dio por terminado al mes
siguiente.
“Durante los últimos brotes, las tasas
de letalidad han oscilado entre el 24% y el 88% en función de la cepa vírica y
del tratamiento de los casos”, señala la OMS.
¿Cómo
se transmite?
El virus forma parte de la familia de
los filoviridae (filovirus), como el ébola (con el que comparte numerosas
características), y se transmite al ser humano a través de los murciélagos de
la fruta (rousettus), habitualmente considerados como los huéspedes naturales
de este patógeno.
Se contagia de persona a persona por el
contacto directo de los fluidos corporales de los infectados, o con superficies
o materiales, informa la OMS.
¿Cuáles
son los síntomas?
Los primeros síntomas de la enfermedad
por virus de Marburgo son dolores musculares y de cabeza, y conjuntivitis, seguidos
de malestar en la garganta, vómitos, diarreas, erupciones cutáneas y
hemorragias.
Esto hace que sea difícil distinguir
esta afección de otras patologías como el paludismo, la fiebre tifoidea, el
cólera o fiebres virales hemorrágicas.
La enfermedad tiene un periodo de
incubación de dos a 21 días, según la OMS, y después manifiesta sus síntomas de
forma repentina, con una fiebre fuerte, cefaleas intensas y gran malestar.
No
hay tratamientos, pero sí recomendaciones
No hay ninguna vacuna ni ningún tratamiento
homologado a día de hoy. Actualmente, se están desarrollando terapias a base de
productos sanguíneos, de tipo inmunitarias y con medicamentos.
Sin embargo, la OMS destaca que la
rehidratación por vía oral o intravenosa y el tratamiento de los síntomas
específicos mejoran la tasa de supervivencia.
Con información de AFP
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