No quiere que se sepa su nombre. Pero
Alejandro Soto, vamos a llamarlo así, fue hace unas cuatro décadas un reportero
en busca de primicias. Un día decidió dedicarse a los negocios, hasta que llegó
a ser propietario de un bus que transita a nivel local.
El pasado sábado 27 de noviembre fue
contratado para llevar adeptos a la marcha en favor de la vacancia, realizada
en el centro de Lima.
“Dos semana antes vinieron a nuestra
empresa de transportes, en una camioneta negra, una señora gringa, muy blancona
y muy bien vestida, acompañada de otros señores, con porte militar. Llegaron
para contratar 15 buses. A un compañero de nuestra empresa con quien hicieron
el trato, le dijeron que era para llevar a personas a la marcha del sábado”.
Les pedían trasladar personas desde
las 2 de la tarde y regresarlos a las 7 de la noche.
Su empresa de transportes tiene su
base de operaciones en Chorrillos. De allí tendrían que trasladar a las
personas hasta la avenida de la Peruanidad, en Jesús María.
“Había varios puntos de salida de los
buses. A mí me tocó la zona de San Genaro, toda esa parte donde está el mirador
en Chorrillos. A otro compañero le tocó Buenos Aires. Y a otro en Pamplona...
Yo acepté por curiosidad y porque nos ofrecieron pagar 400 soles por solo
llevar y traer gente. Nos mostraron la lista con los puntos de salida y nos
dijeron que momentos antes de la hora de partida iban a traer materiales para
también llevarlos a la marcha”.
Y
así ocurrió.
Jóvenes de nacionalidad venezolana habían
sido contratados para traer a los buses paquetes de bebidas, banderas, polos,
papeles con las arengas que los manifestantes debían decir, carteles de diverso
tamaño.
“Esa gente que trasladaba un montón de
carteles eran ‘chamos’. Se movilizaban mucho, trabajaban bastante, se notaba
que eran ‘chamos’, ellos cobraron también”.
Esos carteles tenían inscripciones de
rechazo al gobierno de Pedro Castillo. En las pancartas leyó lemas como
¡Vacancia ya! ¡No al comunismo! ¡Le mientes al pueblo! ¡Fuera corruptos!
Alejandro Soto llevó su unidad
exactamente a las 2 de la tarde al punto que le encargaron.
“Esperamos 15, 20, 60 minutos… y no
llegaba nadie, eso ocurrió con varios de nuestros buses, totalmente vacíos.
Algunas señoras llegaban y nos contaban que les habían pagado 30 soles para ir
a la marcha”.
Recuerda cómo muchas de esas señoras
hacían el amago de ir, pero buscaban un momento adecuado y se desaparecían,
pese a ya haber cobrado un monto inicial.
“Algunas sí fueron, pero otras hacían que iban
a ir, luego se perdían entre los buses, ya habían cobrado los 30 soles”.
También cuenta que algunos choferes
decidieron irse con sus buses, llevándose la inicial (la mitad) que habían
acordado. “Yo esperé un poco más, pero igual no llegó nadie. Otros partieron
llevando poca gente. Otros se molestaron y no esperaron más, se llevaron las
bebidas y los carteles”.
Soto, que ve por la economía de su
hogar con 4 hijos, comprende a las numerosas personas, la mayoría de ellas
mujeres madres de familia, integrantes de los comedores populares, que
aceptaron ir a la marcha.
“Una de ellas me dijo que lo hacía por
los 30 soles, pero no estaba ni siquiera enterada de que lo que pedían era que
se vaya Castillo de la presidencia”.
Alejandro Soto, de 65 años, refiere
que así como muchas madres de familia se retiraban llevándose el dinero que les
habían dado como pago inicial, también lo hicieron varios choferes, llevándose
sus buses y haciéndose los enojados.
Al día siguiente de la marcha, les
dieron una noticia. Debido a que los transportistas les habían dicho a quienes
los contrataron que los hicieron esperar y no llegó gente, estos les indicaron
que les iban a reconocer además el pago de 300 soles.
“Querían quedar bien, pues –nos
adelantaron– habrá otra marcha en diciembre”.
¿Crees que eran fujimoristas, del
partido de López Aliaga o De Soto quienes los contrataron?, le pregunto a
Alejandro.
Y responde: “Puede ser de cualquiera
de ellos. Repito, tenían corte militar”.
No
tenía ni idea de por qué era la marcha
Preguntada por una reportera del
programa ‘Panorama’ si conocía el motivo de la marcha, una señora dentro de un
bus respondió: “La verdad es que no tengo idea”.
Y ella misma repitió la interrogante a
una de sus compañeras, quien a la vez se apresuró en decir que le pregunten a
alguien que se sienta adelante.
Indicaron que pertenecían a una olla
común.
Ese mismo día, el líder de Renovación
Popular y excandidato presidencial, Rafael López Aliaga, defendió la marcha
calificada en las redes sociales como una de las que tuvieron mayor inversión
en los últimos tiempos.
López Aliaga indicó que “todos iban
allí de manera espontánea” y además “yo no he puesto ni un solo mango”.
Fuente:
LaRepublica.Pe
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