En este 2020, el mundo enfrentó una de las crisis sanitarias más exigentes de la historia. A lo largo de los meses, el conocimiento sobre la enfermedad ha cambiado también. Algunos medicamentos como la hidroxicloroquina y la azitromicina, usados en pacientes hospitalizados por COVID-19 y luego retirados del manual, no han demostrado prevenir, evitar el agravamiento o curar la enfermedad.
La ciencia y la tecnología ocupan un sitio
importante en la lucha contra la pandemia del nuevo coronavirus. En ese
sentido, las investigaciones en torno a los medicamentos efectivos contra el
SARS CoV-2 también siguen su rumbo. Si bien no existe tratamiento específico
antiviral contra el nuevo coronavirus, a lo largo de la pandemia se probaron
algunos fármacos, usados en otros cuadros médicos, como la hidroxicloroquina y
azitromicina, pero fueron retirados por no mostrar los efectos esperados.
Milagros Dueñas Roque, médico genetista de la
Facultad de Ciencias de la Salud de la UTP, menciona que, a nivel mundial,
desde que se reportaron los primeros casos en China, “se han estado probando
distintos medicamentos y cada país ha ido adoptando recomendaciones de
entidades referentes” como la Organización Mundial de la Salud, el Centro de
Control de Enfermedades (CDC) y la literatura científica disponible.
“Sin embargo, en la medida en que se ha ido
conociendo más de la infección y la patología de la COVID-19 se han ido
reportado experiencias clínicas, series de casos y ensayos clínicos, se han ido
descartando medicamentos que al inicio parecian tener algún efecto beneficioso,
pero que a la luz de la evidencia científica no han demostrado superioridad
frente al placebo en la prevención o tratamiento de la COVID-19”, menciona.
Dueñas agrega que las razones de poner en uso un
medicamento en particular sin suficiente evidencia científica y basado muchas
veces en estudios in vitro.
“Es la necesidad imperiosa de poder brindar alguna
opción terapéutica para los pacientes dados los efectos inflamatorios que puede
causar el síndrome respiratorio agudo severo y la alta mortalidad que se ha
observado, principalmente en los grupos de riesgo. Definitivamente, el adoptar
las medidas de salud pública e incluir ciertos medicamentos al Plan Nacional de
la lucha contra la COVID-19 es una decisión propia de cada país por
recomendación del grupo de expertos y basada en la evidencia científica
disponible en un determinado momento. En este caso, particularmente ha ido
cambiando muy rápidamente, lo que ha desencadenado que muchas guías de manejo
tengan que actualizarse de manera continua”, sostiene.
Juan Manuel Parreño, químico- farmacéutico del
Instituto Carrión, menciona que las investigaciones aún continúan. “Se ha
aprobado de alguna forma, pero no son fehacientemente: son medicamentos para el
tratamiento de otras enfermedades. Cada país tiene sus propios protocolos, otro
tipo de uso de medicamentos. En conclusión, aún se sigue en investigación, se
sigue ensayando y probando estos medicamentos que incluso figuran en la
relación de medicamentos básicos y genéricos que están estipulados en los
documentos que están en el Ministerio de Salud”, comenta.
José Luis Cabrera, neumólogo de Clínica
Internacional, explica que si bien existió al inicio de la pandemia alguna
evidencia preliminar sobre el efecto beneficioso de la hidroxicloroquina, sobre
todo basado en estudios en laboratorio, “estos no llegaron a replicarse en
estudios en humanos”.
“Ni para la prevención ni para el tratamiento en
las formas iniciales ni para el tratamiento en formas tardías y complicaciones
de la COVID-19. De tal manera que, si bien es cierto al inicio de toda esta
pandemia se incorporó en algunos protocolos de atención y algunas normas
técnicas en algunos países, en la mayoría dejó de hacer rápidamente que dada la
evidencia de toxicidad y de la falta de efecto beneficioso”, menciona.
HIDROXICLOROQUINA
En el caso la hidroxicloroquina, pese a que no
existían estudios clínicos que avalen su efecto frente a la COVID-19, era parte
del Documento Técnico para el tratamiento de pacientes COVID-19 positivos en el
Perú. Las más recientes investigaciones afirman que este fármaco usado en el
tratamiento de la malaria no previene ni sirve para tratar pacientes con el
nuevo coronavirus.
Dueñas señala que en el caso de la
hidroxicloroquina, la plausibilidad biológica se sustentó en que “una de sus
funciones conocidas es la elevación del PH endosónico, que parece tener un
efecto en el receptor del enzima convertidora de ansioenzimas tipo 2 que como
sabemos es el sitio de unión de la proteína S del virus y mediante el cual este
virus es incorporado a la célula del huésped”.
Dueñas resalta que el ensayo clínico más notable
que evaluó el papel del hidroxicloroquina en la prevención de la COVID-19 fue
publicado en la revista New England Journal of Medicine en junio del 2020.
“Participaron 821 individuos asintomáticos y cuyos
resultados indicaron que no había mayor efecto de la hidroxicloroquina en la
prevención de la COVID-19 postexposición frente al placebo”, menciona.
Parreño sostiene que el problema con el uso de la
hidroxicloroquina en casos de coronavirus “son los efectos tóxicos que este
tiene como son hipersensibilidad, carsinogénesis, mutagénsis, daño reversible
en la retina e incluso arritmias”.
Cabrera menciona que en el caso peruano, el uso de
la hidroxicloroquina fue avalado por el Comité de Expertos del Ministerio de
Salud en base a la evidencia preliminar sobre un efecto potencial.
“Se pensó que podría servir para contrarrestar
formas iniciales- no tanto para prevenir-, pero, digamos que la evidencia ya es
abrumadora en contra de su uso y su efectividad, y sobre todo por su toxicidad
adultos mayores y ya se ha retirado de la normativa del ministerio, lo que fue
correcto, tardío, pero a la vez correcto”, sostiene.
AZITROMICIONA
E IVERMECTINA
Otros dos medicamentos que no han demostrado
prevenir, evitar el agravamiento o curar la infección por SARS CoV-2:
azitromicina e ivermectina. La azitromicina es un antibiótico que actualmente,
junto a la hidroxicloroquina, es usada en algunos países para tratar pacientes
hospitalizados bajo supervisión médica. En el Perú, tanto a hidroxicloroquina
como la azitromicina ya no son distribuidas por el Minsa, según confirmó la
propia ministra Pilar Mazzetti.
La azitromicina no ha demostrado fehacientemente su
efectividad a través de ensayos clínicos y se necesita más información. En la
bibliografía médica, la azitromicina es usada para combatir infecciones
bacterianas como bronquitis, neumonía, infecciones de los oídos, pulmones,
piel, garganta y algunas enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Por su parte, la ivermectina es un fármaco
antiparasitario que demostró que inhibe la replicación in vitro de algunos
virus ARN. En el caso de la COVID-19, no hay ningún estudio clínico
aleatorizado que pruebe la reducción de la carga viral en pacientes con el
nuevo coronavirus. Bajo esto, la Organización Mundial de la Salud desaconsejó
su uso. En el Perú, confirmó la ministra Mazzetti se está realizando un estudio
de cuatro semanas (ya pasaron 2) para saber si continuarán con su distribución
a pacientes COVID-19 hospitalizados.
Dueñas resalta que en el caso de la ivermectina, al
ser un antibiótico, solo estaría indicado “si es que se sospecha de alguna
infección”. “Por otro lado, deben mantenerse las medidas de prevención general
sabiendo que la mayor parte de la transmisión del SARS CoV-2 a través de
aerosoles respiratorios, las medidas que disminuyen el riesgo de infección
serán cubrirse al toser o estornudar, el uso de mascarillas, lavado de manos
frecuentes y mantener la distancia de 1.8 metros y cuando esto no sea posible
el uso de protectores faciales, así como limpiar y desinfectar las superficies
que se tocan con frecuencia. Finalmente, la estrategia de salud pública que
previene la diseminación del virus es la detección precoz de los infectados y la
cuarentena de los mismos, así como las medidas higiénico-sanitarias
mencionadas”, finaliza.
Fuente: RPP.PE
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